SU PENSAMIENTO INTERNACIONALISTA

EL PENSAMIENTO internacionalista, y muy latinoamericanista, de Camilo forma hoy parte de su tesoro espiritual para todas las generaciones de cubanos: No hay dudas de que en toda América la era definitiva de la liberación se acerca. El proceso revolucionario cubano no se circunscribe a nuestra querida Isla, se extiende desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego. El movimiento que nuestro pueblo ha desarrollado tiene marcada influencia sobre nuestros hermanos de toda la América *.

Llamó a los pueblos de América a que nos visiten. A los hermanos latinoamericanos que vengan aquí, comprueben la gran verdad, no se hagan eco de las calumnias ni las mentiras de la prensa extranjera, pagada por los intereses poderosos que han afectado las medidas revolucionarias necesarias que se han hecho. Que comprueben nuestro trabajo, queremos ser ejemplo de América y queremos ser ejemplo para que los demás países nos visiten, para que los demás países copien lo bueno que tenemos, para confraternizar con los demás hermanos de América, para aprender de ellos sus cosas útiles y para abrazarnos con ellos en la hora hermosa de la libertad social, de la libertad de todos los tipos que hemos alcanzado en Cuba y que aspiramos a que sea una hermosa realidad en toda América muy pronto.

mi4-1.jpg (18242 bytes)Su firme posición contra los que escaparon de la justicia revolucionaria y luego amenazaban con regresar al país para reimplantar el régimen depuesto quedó clara en estas palabras: Que vayan allá a tierras sojuzgadas por tiranías, que vayan a tierras como Miami para seguir agrediendo la libertad del pueblo cubano. Que lo hagan allá, pero si tienen valor que vengan aquí a Cuba. Que aquí en Cuba no solo hay un ejército dispuesto a pelear. En Cuba hay millones de habitantes que no están dispuestos a permitir el regreso de los asesinos. Ni intereses poderosos, ni extranjeros poderosos, ni latifundistas poderosos, ni criminales de guerra poderosos, podrán detener la marcha de la Revolución.

Camilo siempre profesó una lealtad sin límites al líder de la Revolución. Pocas fueron las intervenciones donde no lo mencionara o ratificara sus palabras: Este es un pueblo que está claro, o como dice el líder de esta Revolución, Fidel Castro, porque es un pueblo que cada día se decide más a apoyar lo que tan caro costó ganar.

En otro momento expresó: Y hay que decirlo, como lo dijo con todo dolor, alzando su voz única, no de Cuba, sino de América, Fidel Castro anoche. No nos amilanan, no nos asustan, no nos acobardan y no nos harán retroceder en esta campaña, en este Gobierno Revolucionario, ni los traidores, ni los intereses,ni los extranjeros que han atentado y siguen atentando contra la democracia de Cuba.

Porque ya lo dijo Fidel: que él no quería ser jefe de columnas de ejército, que las mejores columnas que él podía tener eran estas inmensas columnas de pueblo y campesinos que se reúnen cuando él llama.

Ellos dirán, como dirán ustedes al Primer Ministro y líder de la Revolución, Fidel Castro: Fidel, aquí tienes un ejército de medio millón de campesinos cubanos que apoyan la Reforma Agraria.

Al destacar que la Reforma Agraria no se detendría aunque se movilizaran grandes intereses dentro y fuera del país afirmaba su confianza en el jefe revolucionario: Porque hay hombres como Fidel Castro, que representa al Ejército Rebelde, que representa al pueblo y que está seguido por todos nosotros, que no darán un paso atrás en ninguna ley revolucionaria que signifique avance y progreso para el pueblo.

Después ratificaría: A todos los aquí presentes, a los hombres humildes, a los hombres sacrificados que aún no han visto realizada plenamente la Reforma Agraria, pero que confían en el ejército, que confían en Fidel Castro, que confían en la Revolución, podemos decirles que no serán traicionados.

Ya en los días cercanos a su desaparición, en uno de sus últimos discursos el 21 de octubre, cuando les hablaba a sus compañeros de armas, refiriéndose al traidor Hubert Matos, les dijo: Ustedes oyeron esta tarde las palabras de Fidel Castro. Palabras puras y honradas que ningún cubano puede discutir.

Y les expresaba: Hoy viendo esta tropa de pie, apoyando al Gobierno Revolucionario; apoyando a Fidel Castro, líder único de esta Revolución; por su sacrificio, por su desinterés y por su amor único y exclusivo a la Patria cubana, afirmamos que no pueden surgir traidores, que no pueden surgir mercenarios.

La noche del 22 de octubre, Fidel intervendría por la televisión, desde La Habana, mientras Camilo quedaba en Camagüey. Jorge Enrique Mendoza, de esa noche recuerda: "Camilo y un grupo de compañeros nos trasladamos a mi casa, que era la de mis padres; muy próximo a comenzar Fidel su comparecencia por televisión, mi madre nos preparó comida a todos, y siguiendo la costumbre invitó a pasar al comedor. Camilo, muy cortésmente, le dijo: `¿’Usted no se pone brava, mi vieja, si nos llevamos los platos para la sala para poder escuchar a Fidel'?"

Más tarde, en medio de la intervención del Comandante en Jefe, cuenta Mendoza: "sonó el timbre del teléfono: era una llamada local de un compañero que quería hablar con Camilo. Camilo se puso de pie, con rostro serio, y después de escuchar brevemente preguntó qué estaban haciendo. No sé lo que le contestaron, pero jamás podré olvidar la respuesta de Camilo: ’Cuando Fidel está hablando lo único que debe hacer un revolucionario es oírlo’."

Y en su último discurso, el 26 de octubre de 1959, como queriéndose despedir de su jefe, dijo: ¡Adelante Fidel, que el Ejército Rebelde está contigo!

Estas ideas, este pensamiento de Camilo, recogidos en sus intervenciones al pueblo y a la prensa durante los pocos días que lo tuvimos físicamente forman  parte de sus concepciones, bien definidas, que lo llevaron a incorporarse al proceso revolucionario. Sus palabras así lo demuestran: Fui a la Revolución porque sabía, estaba muy consciente de que Cuba necesitaba de esa Revolución, que Cuba necesitaba no solamente de la caída del dictador, sino que Cuba necesitaba de esta Revolución que hoy tenemos, para que en Cuba algún día hubiera justicia social y para que algún día, que es este que hoy estamos viviendo, el pueblo de Cuba viviera con plenos derechos y los ciudadanos de esta tierra nuestra no fueran los hombres esquilmados y los hombres siempre explotados, sino los ciudadanos que pueden disfrutar de una tierra rica y de una república como la nuestra que pueda permitirse el lujo —algún día lo veremos—, de que todos los ciudadanos, hombres y mujeres de este pueblo vivan decentemente en una tierra libre, en una tierra soberana.

En su testamento político, si así lo queremos conceptuar, es decir en su más conocido discurso, el del 26 de octubre de 1959, dos días antes de su muerte, fijó la fuerza de sus ideas para con la Revolución cubana, y convocó al pueblo a no detenerse aunque lo amedrente la fuerza más poderosa, cuando en sus últimas palabras enunció:

Y que no piensen los enemigos de la Revolución que nos vamos a detener; que no piensen los enemigos de la Revolución que este pueblo se va a detener; que no piensen los que envían los aviones, que no piensen aquellos que tripulan los aviones que vamos a postrarnos de rodillas y que vamos a inclinar nuestras frentes. De rodilla nos pondremos una vez y una vez inclinaremos nuestras frentes y será el día que lleguemos a la tierra cubana que guarda  20 mil cubanos, para decirles: ¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no salió en balde!

Así fue Camilo, con tanta fuerza en el pecho como en la mente.

*Las frases entrecomilladas están tomadas de Camilo, Señor de la Vanguardia. Editorial Ciencias Sociales. Las negritas son palabras textuales de Camilo Cienfuegos tomadas de Camilo en Camilo. Ediciones Verde Olivo, ambos de William Gálvez.