LISTOS PARA LA GRAN BATALLA

 

(Comandante Ernesto Che Guevara)

 

Nuestro gran maestro, el que nos enseñó más, ha sido siempre el imperialismo. Cada vez que flaqueaba nuestro ánimo, que pensábamos sentarnos a descansar, el imperialismo, como hoy, nos ha mostrado que no se puede descansar en una Revolución, y que hay que seguir para adelante, hay que preparar las armas de nuevo, hay que estar listos para la próxima batalla, y seguir aquí, paso a paso, aniquilando todo lo abyecto, todo lo que representa el pasado, y creando, en medio de la lucha, un mundo nuevo.

Ellos ahora, muy probablemente, asalten nuestros centros de producción, caigan sobre todos los lugares vitales, y traten por ese medio de doblegarnos. La tarea del pueblo es cada vez más importante, en el sentido de tener el fusil en una mano, y estar trabajando al lado de su máquina, con su pico o con su machete, produciendo todos los días, disciplinándose para producir mejor, disciplinándose para luchar mejor en el momento de la lucha, y combatiendo revolucionariamente todas las debilidades, todos los intentos de división que puedan existir.

La tarea no es sencilla, porque estamos frente al cerco imperialista, frente a las agresiones armadas directas, y hay mucho que hacer, y falta mucho por hacer. Pero nada es imposible. Vendrán, muy probablemente, días en que el pueblo tenga que olvidarse de algunas comodidades a que estaba acostumbrado; días en que falten algunos artículos; días en que la producción merme, porque los hombres van a las trincheras, o porque las materias primas necesarias ara la producción no llegan. Hay que prepararse para esos días, hay que templar el espíritu, hay que, una vez más, disciplinarse, organizarse en comités revolucionarios, nuclearse los jóvenes entre los Jóvenes Rebeldes, las mujeres en sus organizaciones, los partidos políticos unidos todos bajo la sola bandera del progreso de Cuba, y juntos trabajar y prepararse a la lucha.

No podemos decir cuándo acabará. Como hoy, en que pensábamos dar un adiós que se convierta en un hasta luego muy corto, siempre el imperialismo interviene y frustra nuestros planes pacíficos. Por eso hay que prepararse para una guerra larga y dura, y no pensar en la paz sino cuando el imperialismo haya sido destruido totalmente.

Y nuestra acción contribuye a esa destrucción, pacíficamente, simplemente quitándoles sus fuentes de suministro barato, obligándolos a que paguen lo que antes se llevaban gratuitamente, mostrando a América nuestro ejemplo luminoso, contribuimos a esa destrucción. Y ellos, por su parte, lo decimos una vez más, tratan de golpear en la cabeza de la Revolución latinoamericana, que está aquí en Cuba. Ésos son los grandes términos de la lucha.

¿Debemos indignarnos? Es nuestro derecho y es nuestro deber indignarnos frente a la agresión. Pero no por eso dejemos de pensar con la cabeza clara, desapasionadamente, y saber que la lucha seguirá, y que no habrá protesta ante organismo internacional alguno que corte las acciones del imperio; porque el imperio entiende el lenguaje de la fuerza, y nosotros solos no tenemos tanta fuerza como para hacerle entender ese lenguaje en su propia casa. Por eso la lucha será aquí, por eso estas milicias y todas las milicias de Cuba volverán una y otra vez a sus puestos; por eso hoy las FAR, ayer “El Encanto”, antes la refinería de Santiago, nuestros centros de trabajo, de producción y de defensa, se verán atacados y a veces destruidos.

Cada vez que eso suceda, sobre los cadáveres de nuestros compañeros caídos, sobre los escombros de nuestras fábricas destruidas, tenemos que hacernos el juramento de siempre, cada vez con mayor fe, cada vez con más decisión: ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!