LA PERSONALIDAD DE GUEVARA, SEGÚN LA CIA (1954):

“NACIONALISTA Y MUY EMOCIONAL”

Fue en Guatemala, en 1954, donde el joven médico antiperonista Ernesto Guevara se reconcilió con Perón. En cartas desprolijas e indignadas, Guevara explicó a su familia y a sus amigos lo que había podido ver sobre la intervención estadounidense en Guatemala, la entrada de forajidos armados hasta los dientes en la capital y la despiadada persecución contra los sindicatos y las organizaciones civiles.

En este cambio de enfoque histórico influyó el escenario elegido por Guevara para sus reflexiones: el interior de la Embajada argentina en Guatemala, adonde llegó en circunstancias singulares, ya que no solicitó asilo, ocupó un espacio personal y diferente del de los cientos de refugiados que la poblaron durante meses, entró y salió cuantas veces quiso y terminó dejándola sin problemas para dirigirse legalmente a México.

La vinculación de Guevara con la Embajada argentina en Guatemala no dejó indiferente a la inteligencia estadounidense, que estaba particularmente atenta a los extranjeros que habían llegado al país para colaborar en el régimen de Jacobo Arbenz. Este médico argentino que dormía en la residencia del embajador peronista Nicasio Sánchez Toranzo y la abandonaba con frecuencia para reunirse con miembros del régimen derrocado y presumiblemente servir de correo con quienes estaban refugiados en la Embajada no podía sino llamar la atención.

Y, en efecto, un informe de la CIA clasificado 00-B-3,098,099  del 13 de febrero de 1958, aunque mutilado en su texto, alude a aquel momento:

“En 1954 estaba en Guatemala cuando Castillo Armas  depuso a Arbenz. Habló enfáticamente de este episodio y denunció (…) lo que él afirmaba había sido la influencia de los Estados Unidos en la exitosa rebelión de Castillo Armas. Divagaba largamente sobre supuestas acciones de los Estados Unidos contra Arbenz. Sus relatos fueron sumamente vívidos y de carácter extremo y romántico. (…) explicó que su razón para sentir como siente con respecto de los acontecimientos en Guatemala de 1954 era que él consideraba que todo el episodio fue una afrenta para el sentimiento nacional y la dignidad nacional de Guatemala”.

El informe de la CIA, de cuatro páginas, remite varias veces a la experiencia de Guatemala y, aunque aparecen gruesas supresiones al texto, se puede leer:

“Sus opiniones políticas son las de un latino nacionalista muy emocional”, “difícil creer que sea un comunista”. “No tiene la jerga usual, las frases usuales, las respuestas preparadas que caracterizan al verdadero comunista.”

En el contexto histórico correspondiente, la descripción del desconocido agente de la CIA ocupado en investigar a Guevara es más cercana a un peronista de aquellos años, cuando la Argentina desafiaba a los Estados Unidos en los foros internacionales, que a un comunista. Pero esta conclusión no puede leerse en el texto rescatado de la CIA, por lo menos en los párrafos salvados de la censura.

Lo que parece indudable es que Guevara llamó la atención de la CIA y posiblemente a causa de su actividad después de la caída de Arbenz. El entonces embajador argentino, Sánchez Toranzo, en una filmación inédita realizada por el periodista italiano Roberto Savio para la RAI (Radiodifusión y Televisión de Italia) en 1975, contribuyó a una mejor comprensión de la singular situación de Guevara.

“Nosotros - dijo el embajador ante la cámara - asilamos en la Embajada argentina a más de cien guatemaltecos. En esa oportunidad, Guevara concurría de cuando en cuando a la Embajada porque parece que tenía algunos conocidos o amigos entre los asilados. Con posterioridad supe que, al parecer, Guevara estaba inculpado de servir de agente de enlace entre la gente del gobierno anterior que había quedado afuera, y al parecer con motivos conspirativos.”

Más adelante, el diplomático peronista agregó: “Yo supe en forma confidencial que se buscaba a este ciudadano argentino posiblemente para eliminarlo y con tal motivo concurrí yo y lo invité a que se albergara en la Embajada para evitar cualquier situación de violencia contra su persona. A pesar de alguna resistencia logré convencerlo y Guevara fue a la Embajada argentina”.

“Guevara, más que asilado, estaba al resguardo de cualquier situación”, dijo también Sánchez Toranzo, y añadió: “No era hombre del Partido Comunista ni hombre de extrema izquierda. Los asilados que teníamos en la Embajada fueron, después de más o menos tres meses, trasladados a la Argentina en aviones militares, una flota de aviones militares que fue a Guatemala. Yo recuerdo que en esa oportunidad le dije a Guevara:        - Mire, el primer asiento del primer avión es para usted, para que regrese a la Argentina.

Y él me dijo:

- Mire, doctor, yo he recibido algún dinero que me envían de mi casa y pienso seguir viaje, de modo que mi próxima etapa será México.

Como él no revestía la calidad de asilado, sino que lo habíamos refugiado en la Embajada para su seguridad personal, él no tuvo problemas en obtener la visa y viajar a México”.

Fue entonces cuando Guevara escribió a su padre una carta que produjo sorpresa a su familia en Buenos Aires: “Argentina es el oasis de América, hay que darle a Perón todo el apoyo posible”, definición que seguramente lo asombró también a él, que había salido convencido de su antiperonismo y debía rectificarse a la vista de la experiencia de Guatemala.