LA INVASIÓN SE PREPARA

 

El pasado día 15 quedará en la historia de Cuba y de América como fecha señalada por un crimen sin precedente: el bombardeo sorpresivo, cobarde, indiscriminado y cruel del territorio nacional por aviones yanquis salidos del territorio de los Estados Unidos, y vueltos a él. Los que conocimos la barbarie de la aviación nazi-fascista sobre el heroico pueblo español, fuimos sacudidos por el recuerdo lacerante y por la similitud del bárbaro atentado.

La calificación del hecho monstruoso establecida por Fidel Castro en el memorable discurso despidiendo a las víctimas de la agresión, es impecable. Los aviones norteamericanos enviados y armados por el imperialismo irrumpieron sobre nuestra isla sembrando la destrucción y la muerte, no ya sobre objetivos militares, sino sobre viviendas de ciudadanos modestos y pacíficos, piloteados por mercenarios pagados por Washington, en violación grosera y escandalosa de las leyes internacionales y de elementales derechos sólo desconocidos por la furia nazista. Sin guerra declarada, sin pugna por intereses rivales, sin sombra de razón ni de pretexto, los B-26 lanzaron grandes bombas y ametrallaron simultáneamente tres ciudades cubanas. La agresión fue decidida y realizada por un país poderoso y rapaz sobre un pueblo pequeño y libre, respetuoso de la soberanía de todas las naciones y amante de la paz. Debe añadirse, y no dejó de apuntarlo el Jefe de la Revolución: lo que agrava el ataque es el hecho de haberse realizado de modo solapado e hipócrita sin que sus autores verdaderos tomasen responsabilidad  por su ocurrencia.

¿Cómo ha de verse, en todo su significado y alcance, el ataque incalificable a nuestra nación y a nuestro pueblo?

La agresión del día 15 revela, en su monstruosidad extrema, una insensibilidad total; pero no es un hecho aislado ni deja de señalar agresiones futuras. Los recientes actos terroristas - el incendio de “El Encanto” y los producidos al mismo tiempo en otros lugares y ciudades -, los sabotajes cuantiosos e importantes, no pueden producirse (y eso lo sabe bien quien conozca nuestras realidades) sin intervención extranjera,  sin dirección y financiamiento del imperialismo norteamericano, verdadero responsable e impulsor de toda acción contra la Revolución Cubana. Por otro lado, son demasiado reiteradas las afirmaciones de la prensa yanqui para no sospechar que el bárbaro ataque del pasado sábado no será el último hecho vandálico desatado contra nuestro país en esta etapa gloriosa de su historia.

El estado de alerta, ordenado por el Jefe del Gobierno Revolucionario y admirablemente asimilado por los cuerpos de seguridad patriótica y por la ciudadanía, es tan oportuno como decisivo en la segura victoria.

 

JUAN MARINELLO (“El crimen inútil” - fragmento - en Bohemia, 23 de abril de 1961)