SÁBADO 15 DE DICIEMBRE

 

GRUPO DE FIDEL

Hasta el día 15, las fuerzas de la tiranía han logrado capturar a 17 expedicionarios del “Granma”. Otros 21 han muerto, la inmensa mayoría asesinados a mansalva por esbirros tales como Julio Laurent, del Servicio de Inteligencia Naval, o el capitán Caridad Fernández, jefe de la Capitanía de la Guardia Rural en Manzanillo. Ese mismo día ha sido muerto Juan Manuel Márquez, el segundo jefe de la expedición. En la dispersión de Alegría de Pío, Juan Manuel se queda solo. Desorientado al parecer, comienza un agónico peregrinar por montes y campos de caña al tiempo que su estado físico se deteriora por efecto del hambre, la sed y el cansancio. El día 15 es capturado en Estacadero y asesinado cerca de San Ramón.

A esta altura de los acontecimientos, los mandos militares del tirano consideran que la amenaza planteada por los expedicionarios ha sido conjurada. Pocos días después del combate de Alegría, comienzan a retirar el personal que han enviado a la zona, y el día 15 levantan finalmente la línea de cerco más importante que han establecido con el fin de encerrar a los combatientes del “Granma” en un territorio estrecho y difícil, de espaldas al mar.

A las 8:00 de la noche Fidel ordena iniciar la marcha. Guillermo ha regresado esa tarde con la feliz noticia de que ha establecido contacto con el grupo de Almeida. Sirven de prácticos los mismos tres del día anterior. En poco más de dos horas de camino a campo traviesa, cubren la distancia de La Manteca a la carretera. A pesar de que las postas que mantenían el cerco ya no están, cruzan la vía con gran cautela, por una alcantarilla, cerca de la casa de un hermano de Crescencio.

Siguen caminando sin descanso durante toda la noche. Más de treinta kilómetros cuesta arriba y cuesta abajo, atravesando riachuelos, montes, potreros y sembrados. Pasan por Las Cajas y suben más adelante hasta la cima de la loma de la Nigua.

Aquí hacen un alto. Es tanto el agotamiento y la tensión de los últimos días, que Fidel se sienta en el suelo y al instante se queda dormido. Han llegado casi a su destino.

 

GRUPO DE RAÚL

Siguiendo su norma de caminar sólo de noche, desechando caminos y con todas las precauciones posibles, los combatientes del grupo de Raúl dejan pasar el día 15 escondidos cerca de una casa en la zona de Los Chorros. Raúl anota durante el día:

“Acordamos consumir los poquitos víveres que traemos, porque el guerrillero necesita movilidad y el saco con los pocos alimentos, pesa algo, es difícil de conducir y nos retrasa mucho, y por aquí hay bastantes casitas campesinas. […] Hemos evitado que nadie nos vea, por lo menos hasta la hora de partir, para mayor seguridad.”

Al atardecer inician de nuevo la marcha.

“Partimos como vanguardia Ciro y yo, mientras los demás nos seguían a cierta distancia. Llegamos al bohío y, después de identificarnos, el señor nos confesó que había tenido escondidos a dos compañeros nuestros, y traía unas botas que le habían obsequiado. […] Pero resultó que en este bohío, como en casi todos, la miseria era espantosa, ni una vianda porque había llovido muy poco durante el año, ni un ave, en fin, nada. Unos poquitos de frijoles negros, que probablemente guardaron para la comida del día siguiente, ahí en un caldero, era lo único que tenían y ofrecían.”

Julián Morales, el campesino que los ha atendido, conduce al grupo un poco más abajo, hasta la tienda de Luis Cedeño. Allí Raúl conversa con el dueño, quien le entrega una abundante factura. Raúl le deja una carta de agradecimiento - similar a la que había entregado el día antes a Neno Hidalgo -, que a la vez es una demostración de la inquebrantable seguridad en el triunfo de la revolución:

“Dejo constancia escrita de este favor, en estos momentos difíciles para que se tenga en cuenta en el futuro, ya que no pudimos pagarle nada; por si nosotros morimos pueda presentarse este documento en cualquier organismo oficial del futuro Gobierno Revolucionario.”

El grupo regresa luego a la casa de Morales, donde preparan una copiosa comida. A las 9:00 de la noche abandonan el hospitalario lugar para otra jornada nocturna de marcha. Faldeando todo el firme, en dirección general al nordeste, pasan al pie del Regino y la Vigía y suben luego al norte en dirección a La Manteca. Esa misma noche Fidel ha dejado esa zona para hacer el cruce de la carretera de Pilón.

“Seguimos la ruta por trillos, y fue increíble lo que avanzamos en dos horas y media. Llegamos hasta seis kilómetros de Pilón, y ya cuando divisamos sus luces, desde la guardarraya de un cañaveral, nos desviamos hacia las montañas, por las que unas veces caminábamos por trillos y otras por el bosque, hasta que de nuevo encontrábamos otro caminito. La luna llena de estos días seguía en toda su plenitud.”

 

GRUPO DE ALMEIDA

El día 15, Ramiro, Camilo y Benítez son trasladados a una cueva dentro del monte. El lugar está a algunos kilómetros de la casa de los Sotomayor, y los campesinos han considerado que ofrece mayor seguridad. Allí siguen atendiéndolos en todo lo necesario.

Almeida, Che y los otros dos combatientes siguen escondidos en la finca de Carlos Mas. Ese día reciben un mensaje de Guillermo en el sentido de que deben permanecer en el lugar, ya que se ha hecho contacto con Faustino. Che anota en su diario:

“Hay indicios de que se va a dar con Alejandro [Fidel].”

El grupo de Camilo recibe un mensaje de Almeida en el que les dice que deben reunirse con él en Palmarito. La intención de Almeida es volver a reagrupar sus hombres para salir lo antes posible a establecer contacto con los otros expedicionarios que están también a salvo.

Esa misma noche, Camilo, Ramiro y Benítez emprenden la subida del firme hasta la casa de Carlos Mas.